Origen del escudo de España

Supuestas armas del Reino Godo en la Catedral de Toledo

El Escudo de España es el resultado de un largo proceso histórico que comienza con la Reconquista y que concluye con la restauración monárquica en la persona de S.M. Don Juan Carlos I, por obra de la constitución de 1978. Durante este periodo se han ido conformando los diferentes elementos que se integran en el escudo, hasta constituir una representación simbólica de la realidad histórica y política que es España, pero éste no ha sido un proceso lineal, sino que ha pasado por muchas etapas.

El Marqués de Avilés, en su “Ciencia Heroyca” publicada en 1725 y reeditada en 1780, nos dice que el primer rey que usó una insignia propia fue el mitológico Brigo I, cuarto Rey de España, hijo de Jubala, nieto de Ibero y bisnieto de Tubal (nieto de Noé), que usó un castillo; los reyes suevos traían por insignia un dragón verde; Ataúlfo, el primer rey godo de España, traía un cuartelado, el primero de gules y una corona de oro, segundo de oro y tres fajas de sable, tercero de plata y un león de gules, y cuarto de oro y otro león de gules.  Una versión de estas supuestas armas es la que  figura en el encabezamiento de esta página y que se encuentra en la catedral de Toledo. Wamba y sus sucesores usaron un león de gules sobre ondas azules. Para el Marqués de Avilés, el castillo de Castilla y el león de León, no son sino los mismos emblemas que usaron Brigo y los reyes godos.

Más recientemente, en el libro “Los Símbolos de España”, publicado en 2000 por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, dirigido por Carmen Iglesias, se describe el proceso histórico que lleva a la adopción en 1981 del actual Escudo Nacional. La parte correspondiente al Escudo ha sido elaborada por Faustino Menéndez-Pidal de Navascués, de la Real Academia de la Historia, que inicia su obra en la Hispania Romana, entendiendo que desde entonces se consideraban unidos los pueblos peninsulares, y concede gran importancia también al referente visigodo, como fuente iconográfica para los reyes de los reinos de la Reconquista y de los fugaces “Imperator Hispaniae”, de Asturias, León y Castilla.

Para Menéndez-Pidal hay dos elementos de capital trascendencia para la formación del escudo español antes del siglo XIX. El primero de ellos es cuando el rey castellano Fernando III recibe en 1230 la Corona de León y crea el emblema de unión de los dos reinos: el escudo cuartelado con los de Castilla y León alternados. Este escudo constituyó el “principio, núcleo y resumen de las armas de los reyes de España” que se respetó hasta la Revolución de 1868, se retomó en la Restauración de 1876, perduró hasta la segunda República, y, finalmente, sobrevivió desde 1938 hasta 1981. Y el segundo es el Escudo que los Reyes Católicos acordaron en 1475.

No podemos decir con propiedad, que los sucesivos escudos que han usado los diferentes monarcas representaran al Estado y ni siquiera al territorio, sino que, por el contrario, se trataba de armas personales del monarca que, por extensión, se aplicaban a sus Reinos y a los respectivos territorios por ellos gobernados.

En un breve resumen, se puede decir que el actual escudo es el fruto de sucesivas uniones dinásticas entre los diferentes reinos y territorios soberanos que conformaron la España de hoy en día: Aragón y Cataluña, en 1164, a través de Alfonso II, conde de Barcelona por herencia de su padre Ramón Berenguer IV, y rey de Aragón por su madre Petronila, que escogió como símbolos de la corona los palos catalanes, descartando la aragonesa cruz de San Jorge con las cuatro cabezas; Castilla con León, a través de Fernando III, que recibió de su madre Berenguela el Reino de Castilla en 1217, y de su padre Alfonso IX en 1230 el de León y creó el cuartelado de la corona castellana.  Ellos y sus sucesores prosiguieron el proceso de reconquista, que culminó en 1492 con la conquista de Granada por los Reyes Católicos, que añadieron su símbolo en el entado en punta de su escudo y la definitiva unión peninsular (con excepción de Portugal, que se produjo en 1512 con la conquista de Navarra por el rey católico, Fernando II de Aragón.

Mediante este proceso se van formando cada uno de los elementos del escudo: el castillo de oro en campo rojo, de Castilla; el león púrpura en campo de plata, de León; las barras rojas en campo de oro, de Aragón y Cataluña; las cadenas ganadas por Sancho VII de Navarra en las Navas de Tolosa en 1212, de oro en campo rojo; y la granada abierta en campo de plata, que alude al reconquistado reino nazarí de Granada.

Es el Gobierno Provisional de 1868 el que solicita un informe a la Real Academia de la Historia sobre cuál debería ser el escudo que figure en el reverso de las monedas. La Real Academia de la Historia concluye que los anteriores son los que deberían figurar en los cuarteles que compongan el escudo, al margen de cuál sea la forma política del Estado o cuál sea la dinastía reinante cuando esta forma sea la monarquía.

Las armas de España han sido hasta ahora las de la persona reinante, y si en algunos de sus cuarteles ó particiones se veían piezas ó figuras propias de los Estados que compusieron la nación española, era porque los habían tomado por empresa las familias de sus antiguos Reyes. Así estaba formado el grande y complicado escudo, que ostentaba en el jefe ó hilera superior las armas de Aragón, de Sicilia, de Austria y de Borgoña moderna; en los flancos ó costados las de Parma y de Toscana, y en la punta ó hilera inferior las de Borgoña antigua, de Brabante, de Flandes y del Tirol; sobre el todo ó sea en el centro, se colocaba el escudo contracuartelado de Castilla y León con Granada en el entado en punta, y sobre dicho escudo otro escusón con la flores de lis con bordura de Anjou, que venía á ocupar el lugar preeminente entre todos. El nuevo escudo, el blasón de la nación española, como unidad política y sin relación con las personas que la gobiernen, debe declarar la historia de este gran Estado, tal como se halla constituido, formando con las empresas de los Reinos independientes que sucesivamente se fundieron y conquistaron unas armas de dominio compuestas de las diversas armas de comunidad, con exclusión de toda idea de familia ó de alianza. León, Castilla, Aragón, Navarra y Granada son, con los in dominios de Ultramar, los Estados componentes de este gran todo. Unidos desde el tercer Fernando los reinos de León y Castilla, conserva este último constantemente la preeminencia en el escudo, por la que dio aquel monarca al Estado que gobernó primero, y enlazados los príncipes que recibieron después el dictado de Católicos, se convino expresamente en que las armas del aragonés habían de ceder el puesto á las de su consorte castellana, como lo cedió del todo más antiguamente á las barras encarnadas de Cataluña la cruz de gules con cabezas de moros del Aragón primitivo. Iguales en derechos é importancia todas estas porciones de nuestro territorio, no puede haber otro criterio para asignarles colocación en el nuevo escudo que el determinado por la práctica constante y el convenio mutuo, y es el que la Comisión ha adoptado.

Quedan por añadir los cuarteles correspondientes á las conquistas de Granada y de Navarra. La primera viene expresada desde el siglo XV por una granada al natural en el triángulo inferior del escudo y no parece procedente sacarla de este sitio por más que sea la anexión de Navarra más moderna, porque en materia tan convencional como la heráldica debe respetarse lo que la costumbre y la tradición consagran. En cuanto al blasón de Navarra, que debiera entrar después del de Aragón, será esta la vez primera que tome lugar en el escudo de España, porque no habiéndose enlazado sus reyes con los nuestros, no tenía cabida en las armerías de alianza.

El escudo de armas, según esto, tendrá que ser cuartelado en cruz con entado en punta; es decir, que estará dividido en cuatro porciones por dos líneas mutuamente perpendiculares, sacando en la parte inferior un triángulo curvilíneo. El primer cuartel contendrá el castillo de oro en campo rojo de CASTILLA; el segundo el león rojo en campo de plata, con corona, lengua y uñas de oro de LEÓN; el tercero, debajo del castillo, las cuatro barras encarnadas en campo de oro de ARAGÓN; el cuarto, debajo del león, las cadenas de oro en campo rojo de NAVARRA; y en el triángulo la granada natural abierta, con tallo y hojas, en campo de plata, de GRANADA.

El informe completo puede leerse aquí.

El vigente escudo nacional, aprobado por ley en 1981, viene a ser este mismo, con la errónea adición del escusón con los símbolos de la dinastía Borbón-Anjou, que, aunque aparezcan en las armas personales del monarca, no deberían figurar en las armas nacionales.

Una versión actualizada de aquel escudo, incorporando la corona de la monarquía, pero sin los emblemas dinásticos, podría ser ésta: